lunes, 16 de agosto de 2010

superwoman VS mujer al borde de un ataque de nervios

Yo soy superwoman.

Fuerte, independiente, y orgullosa de ser ambas cosas.
Puedo con todo, con mi hijo, con el trabajo, con mi familia, con los amigos...
Todo es cuestión de organización.
No me permito estar triste, ni ponerme enferma, ¡no tengo tiempo! Tengo que ir a hacer la compra, llevar a mi hijo a matronatación, hacer la maleta para el día siguiente, enseñar a María a cocinar el puré de mi hijo, pasarme por el ayuntamiento a preguntar por la nueva guardería, ir a ver a mis padres, organizar un café pasado mañana con mis amigas (voy a hacer una cookies), comprar el regalo de cumpleaños de una de sus hijas, ir a rehabilitación (el cuello me está matando), hablar con todas mis hermanas, llamar a esa amiga que hace tiempo quedé en llamar para "hablar tranquilamente"(¿eso existe?), examinar las facturas de este mes y preguntarme cómo llegaré a fin de mes...la lista se extiende más allá de lo que mi vista alcanza.
Pero no me agobio, siempre sale, todo. Soy la perfecta anfitriona de mis amigas, hija y hermana pendiente de todos, la mami que más paciecia tiene en el vestuario cuando el niño sale corriendo y yo voy detrás, con el gorro de natación, el pantalón con una pierna metida y otra no, en sujetador y descalza, hasta alcanzarle fuera del recinto, donde decenas de personas me miran con sorpresa...

Soy una mujer al borde de un ataque de nervios

Histérica, nerviosa, cansada y estresada (aunq casi nunca lo parezca, todo se lleva por dentro)

No sé delegar. María podría muchas veces dar de comer/ cenar a mi hijo mientras yo hago otras cosas, o quedarse encargada del baño mientras me arreglo porque ¡eureka! hoy me voy a cenar con mis hermanas (sí me siento culpable, y eso que le voy a dejar dormido y no me voy a ausentar tiempo que es suyo), ó levantarse hoy ella a a darle en desayuno a mi hijo, que yo remolonee un poco entre las sábanas... pero no. Tengo que hacerlo yo, todo. Todo lo referido a mi hijo tengo que hacerlo yo, quiero estar presente en todo momento y declino muchos planes porque no incluyen a mi hijo ó son nocturnos (lo q conlleva que al día siguiente, cuando mi hijo toque diana a las 6:30, no podré creerlo y maldeciré al universo por ello...).
¿Es un problema mío, ó lo tenemos todas las madres solas? ¿queremos estar siempre, cosa imposible, y nos sentimos culpables cuando no podemos estar?
¿Les ocurre lo mismo a las parejas? A mi alrededor se da el caso, pero no tan pronunciado.

martes, 27 de abril de 2010

El diálogo.

En el trabajo cambiamos a menudo de equipo, rotando compañeros continuamente, lo que permite conocer gente nueva y coincidir con gente que hace mucho tiempo que no ves.
El otro día coincidi con una chica que hacía años que no veía. Nos alegró encontrarnos, porque tenemos buena conexión, y aprovechamos los descansos para ponernos al día.

En 3 años, ella rompió con su novio de toda la vida, se casó y tuvo una hija, que tiene más o menos la edad del mío. Es muy comunicativa y habladora, así que habló ella casi todo el tiempo hasta que me hubo puesto al día. Estaba encantada y deseando ponerse a por el segundo retoño!

Me preguntó por mi vida... le dije que tenía un hijo, hay que ver lo que te hermana con alguien tener hijos de la misma edad. Nos reimos mucho comentado las trastadas de nuestros hijos, y nuestro agotamiento al terminar el día..

- Tenemos que quedar los 4 un día- me dijo.
- Claro, ahora que hace bueno, podemos ir al parque para que corran y se desfoguen
- Ah, vale, pero me refería a ti y a mí, y a nuestros maridos. Una cenita ó algo así.
- Ah, bueno, eso va a ser un poco complicado.. (dudé, no suelo ir contando mi vida, pero por otra parte no me importa hablar con naturalidad del hecho de ser madre sola)
- ¿Y eso?
- Verás, no hay marido, somos mi hijo y yo- contesté con una sonrisa.(Este es el momento en que el 99% de los interlocutores piensa que un despiadado sinvergüenza te dejó tirada cuando te quedaste embarazada, ó se desentendió al poco de nacer el bebé... odio dar la impresión de víctima)
- Jo, cuánto lo siento- dijo, incómoda, -menudo cabronazo-... (ya lo sabía yo)
- En realidad fue una decisión meditada. Soy madre sola por elección.(le cambió la cara, no sabía si preguntar ó dejarlo estar, se debatía entre la curiosidad y la prudencia, y yo la miraba divertida, conozco tan bien esa reacción...por ciert, el 99% acaba preguntando, jajaja)

Hay que ver lo "exótico" que le resulta a la gente esta circunstancia... muchos incluso te dicen: - Eres la primera persona que conozco que ha hecho esto-, seguido de normalmente estas tres variantes:

a) "Qué valiente, yo no sé si me hubiera atrevido, tanto trabajo solo para ti, y sin un padre para el niño... ¿no crees que le puede afectar? Ya sabes que los niños son muy crueles en el colegio, lo que le pueden decir al pobrecito... ¿Y el día del padre?... Pues ya verás en la adolescencia, seguro que te lo echa en cara... ¿Cómo se vas a explicar cuando te pregunte? Yo me moriría de pena...Blablabla " (Traducción: me parece fatal, eres una egoista/incosciente, has pensado en ti y no en este pobre niño que quedará marcado de por vida por la ausencia de su padre )

b)"¿Qué me dices? Me parece fenomenal, pero cuenta, cómo funciona eso? Yo/mi prima/ mi amiga X siempre he pensado que si cuando cumpla 35/40/X no tengo pareja, me lanzo... ¿Qué técnica?... ¿Cómo te organizas cuando trabajas?... Pero más adelante, si encuentras a alguien, puede ser como su padre,¿no?...¿No echas de menos una persona con quien compartir la responsabilidad, ó estás cerrada? Blablabla"
(Traducción: Aqui suele haber dos grupos de personas, los que quieren carnaza sobre tu situación sentimental y detalles escabrosos del proceso, y los que de verdad tienen curiosidad no-malsana(los menos), intentan ponerse en tu lugar, aunque no lo consiguen.. )
c) "Los tienes cuadraos, ole tus huevos" (y similares)
(Traducción: Te admiro)

Al final, mi compañera y yo quedamos en ir un día al parque con los niños.

domingo, 28 de marzo de 2010

¿Nombre del padre?

Delante de la señora que lleva el tema de las clases de matronatación, para las que me quiero apuntar con mi hijo, espero pacientemente a que deje de teclear furiosamente el ordenador, terminando al parecer la anterior inscripción, de la que hace ya más de 5 min.
- Ya estoy con usted- me dice sin levantar la vista del ordenador. -¿Nombre del niño?
- Rafael Vazquez
- ¿Edad?
- 21 meses
- ¿nombre de la madre?
- Mía vazquez
-¿nombre del padre?
- No hay

Se digna a mirarme por primera vez, por encima de las gafas, y con gesto de suficiencia, pregunta:
-¿Cómo que no hay padre?
- Como que no hay padre, somos una familia monoparental
-¿Monoqué?
-Soy madre sola-, digo empezando a sentirme violenta y molesta
- Igualmente, necesito en nombre del padre, dice mirándome sin recato de arriba a abajo, ponderando y examinando lo que le debe parecer un bicho raro.
- Le repito que no hay padre, déjelo en blanco, - digo tajantemente, ya sin disimular mi malestar.
- Pero necesito los datos del padre, nombre y apellidos. Todas las criaturas tienen un padre y una madre, aunque luego se separen, qué manía tienen las mujeres de querer eliminar la figura paterna.

Respiro hondo, sonrío cortesmente (aunque lo que quisiera sería abofetearla y pisotear repetidamente sus gafas de culo de botella)

- Mire, señora, no tengo que darle ninguna explicación, aunque seguro que le gustaría escucharla. Haga el favor de dejar ese espacio en blanco y terminar de hacer su trabajo, que le recuerdo consiste en rellenar solicitudes de inscripción para clases de natación, no en hacer observaciones y juicios de valor. Si no se ve capaz, por favor llame a otro compañero suyo o al encargado.

Me mira furibunda, entre escandalizada y sorprendida, y terminamos de rellenar el formulario. Al salir, y mientras me dirijo a la puerta oigo que dice,
- Habráse visto semejante descarada...

miércoles, 24 de marzo de 2010

Hasta hoy

Mi hijo tiene casi 2 añitos ahora.

Los primeros meses pude no trabajar, así que disfruté mucho de mi tiempo con mi hijo. Me senti afortunada por no tener que dejarle en la guardería, como muchas madres, para ir a trabajar con tan sólo 16 semanas. Yo estaba presente en cada momento, cada cosa nueva, cada pequeño progreso, cada gesto y avanve, yo era testigo, y sabiendo que no duraría demasiado, me volqué al 100%.
Cerca de los 8 meses tuve que incorporarme. La economía de una familia monoparental sólo tiene una base, y los ahorros no duran demasiado si se trata de pagar hipoteca, facturas, pañales y demás.

El día que cumplió 1 añito apenas podía creerlo. 1 año!!!! Reuni a mi familia e hicimos una fiestecilla, y él estaba encantado de tenernos a todos a su alrededor, cantándole, besándole y abrazándole sin parar...

Desde el cumple hasta hoy, cuántos cambios, qué progresos! Los primero pasos y palabras, cómo aumenta su autonomía pero parece necesitarte como nunca... se siente fuerte y libre, pero sin perderte de vista...
La casa se convierte en una trampa y es imposible despejar todos los peligros. Aún así, tranformación del hogar en fortaleza : protectores de enchufes, esquinas, cajones, puertas... y sobre todo, mil ojos, porque en décimas de segundo es capaz de crear el más absoluto caos. Es rápido como el viento.

De bebote-renacuajo ha pasado a ser terremoto-trepador-destructor, y casi no me he dado cuenta. Miento, lo he disfrutado mucho, cada etapa y cada mometo, pero el tiempo pasa tan deprisa... da vértigo.

martes, 9 de febrero de 2010

Primeras semanas

El principio fue duro, para qué nos vamos a engañar (puntos mil, mastitis, noches sin dormir, el infierno del sacaleches...), pero precioso al mismo tiempo.
Vivía una fase de enamoramiento con mi hijo, no podía dejar de mirarle...

Cómo es la naturaleza, tan poderosa, tan sabia, tan visceral. Mi hijo se tranquilizaba sólo en mis brazos, y se tiraba a mi pecho como un kamikaze. El olor y el calor de la madre es inequívoco para el recién nacido, y me entusiasmaba ser su "casa", tener TODO lo que pudiera necesitar: alimento, calor, protección, consuelo y estímulo.

Esa dependencia, lejos de agobiarme, me daba las energías que a veces necesitas para "sobrevivir" días sin apenas dormir, comer, ducharte...
Solía pensar que exageraban las madres que decían no tener tiempo ni para ir al baño (¿no sería falta de organización?), pero sin la visita de mi madre ó alguna de mis hermanas, no sé cómo hubiera podido hacerlo.
Si a eso le sumas que no hay nadie al lado para decirle: "cógelo tú un momento que me voy a curar los puntos", ó "báñale tú mientras yo me peleo con el sacaleches" y un largo etc, pues se hace un pelín más estresante.

Además, siendo primeriza y con niño prematuro, necesitas unas semanas de práctica para cogerle el tranquillo al asunto, distinguir el llanto de hambre del de cólico, descubrir la mejor estrategia para hacerle dormir, averiguar cómo le alivian los masajes, aprender a estimularle y tambien a tranquilizarle...muchas lecciones para aprender sobre la marcha porque cada niño es un mundo y... vienen sin manual de instrucciones!!!!!

Lo recuerdo agotador y al mismo tiempo energizante, ya lo sé, es contadictorio pero real. Las que seáis madres seguro que me entendéis.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Lucía Etxebarría y el "Club de las malas madres"

Por: LUCÍA ETXEBARRÍA

Yo no soy una buena madre. Y probablemente usted, que me lee, tampoco.
Si usted ha decidido quedarse en casa y consagrase al cuidado de sus hijos
es usted una madre hiperprotectora, amén de un parásito, un ser que vive a
expensas de otro y a espaldas de las verdaderas preocupaciones y
dificultades de la vida.
Si usted trabaja fuera de casa entonces desatiende usted a sus hijos, y
nadie valorará el hecho de que tenga usted que hacer verdaderos
malabarismos para conciliar la vida familiar y la laboral.

Lo peor de todo es que unas madres y otras van acusándose mutuamente: la que se queda en
casa arremete contra la que trabaja, y viceversa, como si no fuera
suficiente con recibir los ataques de los pediatras, los psicólogos, los
especialistas en sueño, los periodistas, las madres, las suegras y las
cuñadas.

Nosotras, las madres de hoy, aseguran ciertos psicoanalistas, somos la
fuente de todos los problemas de nuestros hijos, porque tenemos demasiada
fuerza y le hemos robado la autoridad a los padres.
Si su hijo es hiperactivo, si tiene rabietas, si insulta a otros niños en
el colegio, la culpa será siempre de usted, porque o bien le consiente
demasiado o bien no le atiende lo suficiente. ¿Y dónde están esos padres a
los que les hemos robado la autoridad? ¿Cuánto han luchado para
defenderla?
Nadie culpará al padre, nadie cuestionará nunca que el padre trabaje fuera
de casa o viaje. Pero ¡ay de usted si lo hace! No solo tendrá que
enfrentarse al goteo constante de comentarios más o menos directos o
indirectos por parte de su madre, de su suegra, de las madres de los
compañeros de cole de su retoño, sino, sobre todo, tendrá usted que lidiar
con su propio sentimiento de culpa, que no la dejará vivir.

Yo no soy una buena madre. Trabajo fuera de casa y además viajo. Dejo a mi
hija con canguros. Tengo novios y vida social. No le he proporcionado a mi
hija ese entorno familiar estable que entronizan los manuales de
pediatría y las revistas de papel couché.

No soy una buena madre pero pago las facturas de mi hija (el colegio, la
comida, los canguros, la ropa, los juguetes, el pediatra y, muy a mi
pesar, las Barbies), apenas duermo para poder llevarla al colegio todos
los días, dedico la mayor parte de mi tiempo libre a su cuidado y todo mi
espacio mental a pensar en ella.

No soy una buena madre, como no lo somos ninguna. Es lo más parecido a lo
que vivíamos en la primera adolescencia. La que intimaba con los chicos
era una p**a, la que se resistía era una estrecha: no había término medio.

El caso es que nunca llueve a gusto de todos y una mujer nunca hace las
cosas bien.

A la madre nunca se le valora lo que hace y para colmo no tiene derecho a
quejarse, so pena que se le diga que… es una mala madre.
Nuestra sociedad es perfeccionista y quiere individuos perfectos.

Superhombres que se afeiten con acabado impecable, que conduzcan coches
que apenas hagan ruido, que vayan al gimnasio tres veces por semana.
Supermadres de brillante sonrisa y silueta juncal, triunfadoras en todos
los ámbitos, adoradas por sus maridos y respetadas por sus jefes, y
criadoras de niños sanos y emocionalmente estables. Nuestra sociedad ha
convertido el goce en un modelo, y el goce inmediato en el valor supremo.
Y un niño no es goce ni inmediatez. Un hijo implica renuncia y
perspectiva. Y sobre todo, implica aceptar que la perfección no existe.

Usted, que me lee ¿está con los nervios de punta porque no le da tiempo a
hacer todo lo que debería?, ¿tiene diez kilos de más?, ¿no tiene tiempo
para ir al gimnasio y, si lo tuviera, lo emplearía en dormir?, ¿desearía
que a veces fuera él el que se ocupara de la compra, de la colada, de los
biberones y de la visita al pediatra?, ¿a veces se enfada, a veces está
harta, a veces llora y a veces, mucha veces, no está en condiciones de dar
lo mejor de sí misma?

Estupendo. Bienvenida al Club de las Malas Madres. Recuerde: no somos las
mejores pero somos la mayoría.

domingo, 29 de noviembre de 2009

El Parto

Y llegó el dia (unas cuantas semanas antes de que le tocara) en que nació mi hijo. Lo recuerdo con total nitidez, cada momento, cada detalle...
Rompí aguas y pensé "Cariño, ya vienes, tranquilo, lo vamos a hacer muy bien".
Una mezcla de nervios y emoción, consciencia de la importancia del momento que iba a vivir y una profunda paz me invadió.
Sabía que se adelantaría, de hecho llevaba semanas en reposo absoluto y con prepar (medicación para inhibir las contracciones) por amenzaza de aborto prematuro, y recuerdo que crucé los dedos y recé para que los pulmones estuvieran maduritos y que todo fuera bien.

Mi familia empezó a revolotear nerviosa a mi alrededor, más nerviosos de lo que yo estaba incluso, y pusimos rumbo al hospital, donde 15 horas después nacía mi hijo.
Hubo una pequeña discusión con las enfermeras, que no querían dejar pasar a mi hermana a la sala de dilatación porque "sólo pueden pasar los padres". Mi hermana, airada, contestó. "este niño no tiene padre, así que mi hermana no va a parir sola". La enfermera me miró con tristeza (creo que consideró que el "padre de la criatura" me había abandonado en pleno embarazo, aunque francamente, estaba más concentrada en el dolor de las contracciones que en sacarla de su error) y decidió hacer una excepción.
En el expulsivo me pasaron a quirófano, y alli no pudo pasar nadie conmigo, así que no pude apretar ninguna mano, ni escuchar palabras tranquilizadoras...
Unas pequeñas complicaciones y algún susto después la ginecóloga dijo que dos empujones más y estaba fuera. Tenía que salir ya porque traía dos vueltas de cordón, se dijeron entre ellos, como si yo no estuviera alli y la cosa no fuera conmigo. Se me encogió el corazón. Era el momento más importante y empezaban a fallarme las fuerzas. 7 personas a mi alrededor se movían continuamente y hablaban en susurros, no lograba escucharles, y cuando les preguntaba me decían que empujara cuando me lo dijeran. Un hombre de al menos 100 kg estaba literalmente tumbado sobre mi tripa dejándome sin aliento ni fuerzas cuando escuché. "¡Empuja!¡Ahora!".
Y empujé, empujé con todas fuerzas, con todas mis ganas...
De repente sentí un vacío dentro de mi, y me pusieron a mi bebé sobre la tripa. Le toqué, estaba enroscado sobre sí mismo, cubierto de una sustancia brillante, roja...

Mi hijo... tantas veces le había llamado así y sin embargo, en ese momento, la palabra cobró un sentido especial.
Mi hijo ya estaba conmigo.