martes, 10 de noviembre de 2009

La decisión

Hay una frase del libro "Madres Solas", de Pilar Cernuda, que me encanta: "El día que confiesas a alguien cercano que te estás planteando la maternidad en solitario, ese día te das cuenta de que has tomado la decisión".

Y esa decisión, cuando es meditada y firme, es como una apisonadora que se lleva por delante todos los peros que encuentras en el camino, ó que otros te plantean. Aunque tambien es cierto que ya no hay marcha atrás, lo que opinen los demás (familia, amigos, gente que te rodea...) puede fortalecerte/chafarte bastante en esos momentos.

Cuando se lo dije a mi familia, las reacciones, en su mayoría, fueron del tipo:
- Pero si eres muy joven, ¿qué prisa tienes? Date un tiempo, y seguro que encontrarás a alguien maravilloso con quien formar una familia
- Con lo que tú vales, si eres un partidazo, guapa, lista, con trabajo fijo y bien remunerado... no te precipites.
- Espérate unos añitos a ver si conoces a alguien, si no, siempre podreás retomar la idea más adelante.
Aunque me hubiera gustado recibir un amplio y sentido respaldo a mi proyecto, acepté que no todos lo vieran tan claro como yo, valoré tambien que la familia siempre será sincera y te dirá las cosas como las siente, aunque no te guste escucharlas.

Cuando lo comparti con amigos, en su amplia mayoría me apoyaron, conociendo mis ganas de ser madre desde hacía tiempo, me entendieron y animaron.
No todos, claro. Una amiga mía muy cercana tuvo una reacción negativa que, reconozco, nos distanció bastante. Hacía tiempo que no nos veíamos, porque ella vive en el extranjero, así que la llamé y se lo conté. Yo estaba emocionada y me sentó como un jarro de agua fría que me dijera sin ningún tipo de tacto lo mala idea que le parecía, que era una locura, que el niño sufriría las consecuencias, que no estaba en absoluto de acuerdo. Le sentó mal cuando le dije que no se lo contaba para que me diera su aprobación, sino para compartir mi ilusión con ella, pero desde entonces no ha vuelto a ser igual entre nosotras; incluso cuando me quedé embarazada no me llamó y nunca me ha preguntado por mi hijo...

Los conocidos y gente que te rodean pero no son cercanos a ti, son otra historia, compañeros de trabajo y jefes incluso, se permitan opinar (a menudo sin haberles pedido su opinión) sobre tu vida y se dejan llevar por los prejuicios de una situación que no conocen pero sobre la que emiten juicios de valor sin pensar en las consecuencias.
Además, a la gente le encanta "etiquetar" mi situación, y sobretodo, a mi por llevarla a cabo. Hay dos vertientes totalmente opuestas:
a) Aquéllos que me consideran una heroína, una valiente madre coraje que se pone el mundo por montera, digna de admiración y elogios por los sacrificios que supone ser madre sola.
b) Una pérfida mujer egoista y egocéntrica que no piensa en un pobre niño sino en sí misma y sus ganas de ser madre sin importarle que está privando a su hijo de un padre.
Ambas me parecen injustas y extremas.

Todo ello, por supuesto, no mermó en absoluto mis ganas de seguir adelante. Aunque la sociedad ha evolucionado mucho, siguen quedando muchos rescoldos de intolerancia e incomprensión, y yo daba por hecho que me encontraría en el camino gente de todo tipo y con todo tipo de ideas.

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