jueves, 12 de noviembre de 2009

¿Por dónde empiezo?

Una vez tomada la decisión, el siguiente paso era ejecutarlo, pero, ¿Cómo?.
Había dos caminos básicamente, y los dos me atraían mucho.
1)Hijo biológico- Me puse a buscar por internet técnicas de fertilización con semen de donante anónimo (perfil del donante, privacidad...), centros en mi cuidad, referencias, estadísticas de éxito... Me imaginaba embarazada de mi hij@ y me sentía feliz. Imaginaba el embarazo, el parto, la lactancia... A pesar de todo, tendría que ser paciente, quizás necesitara varios intentos antes de conseguirlo, y tenía que estar positiva y al 100% (estoy convencida de que la mente juega un papel muy importante en momentos así, y no podía permitir que los nervios y la ansiedad me dominaran si no lo conseguóa pronto).
2)Hijo adoptado-Siempre quise adoptar, desde que era adolescente. Conocía el proceso de adopción, pero aún así investigué aquellos países que admiten solicitudes de familias monoparentales (que no son muchos, y en muchos casos están restringidos a un cupo y en muchos paises, no entregan niños menores de 8 años a madres solas... en resumen, que era mucho más complicado que para una familia tradicional). Tambien la evaluacion psico-social es más dura para una familia monoparental. Me ilusionaba igualmente imaginarme el final del trayecto, el viaje en el que iría a recoger a mi hijo; y las dificultades de adaptación que seguro encontraríamos ( adaptarnos el uno al otro, al entorno, problemillas de salud...), lejos de amilanarme, me estimulaban.

Despues de darle muchas vueltas, decidí que ambos caminos me llamaban igualmente, y decidí que, como deseaba tener más de un hijo, traería al mundo un hijo biológico (me decanté en primer lugar por esta opción porque el cuerpo de la mujer responde mejor antes de los 35) y despues adoptaría a mi segundo hijo (tambien pensé que, ante los psicólogos y sociólogos podría defender mi capacidad para criar un hijo adoptado si ya tenía un hijo que fuera testimonio de ello, y que la relación de hermanos resultaría muy satisfactoria para los dos y ayudaría a la integración de mi hijo adoptado). Contaba con que mi economía y ciscunstancias me permitieran tener este segundo hijo, que siempre está en mi pensamiento.

Así que, una vez decidido el primer paso, contacté con una clínica de técnicas de fertilización que me recomendó la inseminación artificial, por ser menos invasiva y más adecuada a mis circunstancias (mujer joven, para la media de edad que acude a estos centros, y sin problemas aparentes para quedarse embarazada).

Empezamos el tratamiento y....

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